Alter Vita
Porque la vida no es suficiente
sábado, abril 29, 2006
"Mi obra es como mi vida", decía el autor reo de literatura; "una bonita jaula de barrotes de oro desde la que mirar al mundo, siempre fuera".
Perezestradianas, 5
¿Cómo podía concentrarse en su trabajo, pensó el oficinista en su cubículo contrachapado de 2 x 2, cuando allí mismo, frente al monitor en que se extraviaba su mirada, había combado de placer a base de caricias urgentes y sudorosas, entre gemidos que a poco despiertan a toda la oficina de su funcionarial somnolencia, a esa compañera de trabajo pizpireta y tan deseable? Supo entonces de la maldición de quienes profanan el ámbito cotidiano; de la imposible vuelta al tecleteo rutinario, a la mirada ocasional al reloj de pared, al bostezo disimulado cada cuarto de hora...
En la pantalla, el cursor parpadeante se reía de él.
En la pantalla, el cursor parpadeante se reía de él.
viernes, abril 28, 2006
Handkianas, 5
En una curiosa costumbre, se aferraba a los nombres de las mujeres amadas -como quien manosea coloridos talismanes- cada vez que le venía a la memoria algún suceso vergonzante en su conducta reciente cara a los demás; el nombre invocado deshacía las nieblas del pudor, en un juego heredado de la infancia lleno de atavismos y supersticiones. Un nombre en particular se le había adherido, y le acudía raudo adelantándose incluso al de la mujer que amaba ahora; el hecho siempre le sorprendía un poco, sobre todo teniendo en cuenta la escasa huella que aquella otra mujer había dejado en su vida. ¿Tenía la memoria, como parecía, sentido del humor?
jueves, abril 27, 2006
Handkianas, 4
En el acto de pensar necesitaba dialogar con otros, con toda suerte de interlocutores imaginarios, extraídos de su vida cotidiana. Cada tema pensado le remitía a alguien a quien explicar sus ideas, ante quien justificarse (a menudo por cosas de las que no se sentía culpable en absoluto) o a quien seducir con su elocuencia. Sin embargo luego, en la realidad, cada vez hablaba menos, y ya casi nunca trataba de hacerse entender. ¿Le bastaba acaso con la muda aquiescencia de sus fantasmas?
miércoles, abril 26, 2006
Fragmento relato: "Estirpe"
El viento lo es todo en el acantilado. Envuelve al forastero, lo aísla del mundo y de sí mismo y lo convierte en el niño que tantas veces fue, balanceándose con las puntas de los pies asomando apenas del borde áspero de la roca -algunas piedritas caen por la pendiente resbaladiza-. Luego el viento trae las palabras
“Nuestro tiempo ha llegado”
y parece que se hubiera apropiado de ellas –hace dos días, en este despeñadero- para repetirlas justamente ahora. Pero no es el viento sino yo mismo, mi voz que llega como de muy lejos repitiendo aquella otra voz, y mientras retrocedo hacia la seguridad de la hierba parda quemada por el frío ya no hay niño, sólo, de nuevo, forastero. Y el fantasma de padre que ocupa mi lugar al borde del acantilado, mirando a la mar con esos ojos que ya no parpadeaban nunca fijos en el movimiento de las olas; y cuando habla de nuevo
“Es el fin de esta estirpe condenada”
sé que espera mi respuesta aunque ya no pueda oírla; que sigue esperándola desde anteayer, cuando, ante la pregunta no planteada y el silencio incómodo, acabó por girarse hacia mí –qué difícil sostenerle la mirada, aun en el recuerdo- y con voz serena y persuasiva, tierna a pesar de todo, concluyó
“Nuestros últimos pasos en la tierra”
para suavemente –y de nuevo es hoy- desvanecerse un instante después, cerrado ya el círculo de la memoria.
Fragmento relato: "El arte de la huída"
Con un último estertor, el motor del autobús expira. El pasaje se despereza, recoge sus posesiones y enfila hacia la puerta, sus cuerpos añorando ya el mecerse de la gran cuna metálica. Él espera hasta que todos han salido, la chica extranjera, el ejecutivo atareado, la viuda con un ramo de flores, y sólo entonces se decide a hacer lo propio. Antes dedica una última mirada a los asientos vacíos y, más allá, a las historias que han contenido en este trayecto. Después mira el que él se dispone a abandonar, y casi puede ver la suya propia desenroscándose en un lento hilo de humo, que no tardará en desvanecerse en el aire viciado de fantasmas. Eso somos, piensa. Eso es lo que queda de nosotros.
Mientras desembarca su equipaje, trata de recordar algo, pero la mente está en blanco. Lo que ha dejado atrás debió de renunciar a perseguirlo hace ya muchos kilómetros, desbarrancado quizá en alguna curva de la sinuosa carretera que lo ha depositado en esta ciudad perdida en la meseta. El rostro de mujer, lo recuerda ahora, fue particularmente insistente en su acoso: el gesto crispado en el adiós, la incomprensión flotándole en los ojos, la lluvia enmarcando sus lágrimas como en una mala película romántica; la muda pregunta a la que él no pudo responder. Pero también esto quedó en algún lugar del camino, y ahora la imagen sin nombre le hace apenas rechinar los dientes.
Mientras desembarca su equipaje, trata de recordar algo, pero la mente está en blanco. Lo que ha dejado atrás debió de renunciar a perseguirlo hace ya muchos kilómetros, desbarrancado quizá en alguna curva de la sinuosa carretera que lo ha depositado en esta ciudad perdida en la meseta. El rostro de mujer, lo recuerda ahora, fue particularmente insistente en su acoso: el gesto crispado en el adiós, la incomprensión flotándole en los ojos, la lluvia enmarcando sus lágrimas como en una mala película romántica; la muda pregunta a la que él no pudo responder. Pero también esto quedó en algún lugar del camino, y ahora la imagen sin nombre le hace apenas rechinar los dientes.
lunes, abril 17, 2006
Perezestradianas, 4
“El pasado es indefectiblemente un lugar en ruinas”, dijo el arqueólogo existencial; “pueden ser bellas, pero ya nunca más serán habitadas”.
domingo, abril 16, 2006
Miradas, 3
Vistas de cerca, las palmas de las manos son como planos de inmensas ciudades, formadas por una intrincadísima red de callejuelas, atravesadas por los cauces profundos de esos ríos que son la línea de la Vida, la del Amor... Además, la palma presta su peculiar orografía a esa ciudad, que va creciendo laberíntica a medida que los años dejan su huella en nosotros, como si nuestras manos fueran acogiendo todas aquellas calles que ya no vamos a visitar (en un descubrimiento, epidérmico y progresivo, de que “ya” no somos eternos). Vivir es pues poco más que añadir nuevas calles a la ciudad imaginaria de nuestra mano, que quizá sea la que nos espera, ignota, al otro lado de la muerte.
Perezestradianas, 3
"Escribir es como vivir", dijo el escritor experimentado; "cada vez lo pienso menos, cada vez lo hago peor".
Handkianas, 3
En el despertar se sintió equidistante. (Y equidistante significaba "no soy nadie, ninguno de nosotros, no aún").
miércoles, abril 12, 2006
Vicente Luis Mora, "Circular" (fragmentos)
"El que está solo pide siempre las ventanas, también en los trenes y los aviones: tiene el mundo fuera".
"...Que le hagan ver su ciudad, ésa que está tras la ventana, de una forma distinta: como a un lugar único donde a él puede ocurrirle todavía cualquier cosa, no necesariamente mala, no necesariamente triste, no necesariamente mañana. Un lugar que no descarte sin más los milagros (...): una ciudad nueva, llena de vidas a estrenar".
"...Que le hagan ver su ciudad, ésa que está tras la ventana, de una forma distinta: como a un lugar único donde a él puede ocurrirle todavía cualquier cosa, no necesariamente mala, no necesariamente triste, no necesariamente mañana. Un lugar que no descarte sin más los milagros (...): una ciudad nueva, llena de vidas a estrenar".
Perezestradianas, 2
El fantasma ninguneado se revolvía en el fondo del relato, incapaz de creer lo que estaba sucediendo, estirando el cuello para mirar cómo, en la realidad prosaica de un café de provincias, los sofisticados tertulianos discutían el relato sin tenerlo en cuenta a él; "manda huevos", se quejaba, "ya no creen en mí ni en literatura".
(Sobre tertulias literarias, relatos con fondos de agua y el milagro cuasi-bíblico de las interpretaciones múltiples)
(Sobre tertulias literarias, relatos con fondos de agua y el milagro cuasi-bíblico de las interpretaciones múltiples)
martes, abril 11, 2006
Miradas, 2
Una victoria también puede ser desnudar a una mujer de su historia; rasgar el último velo de ficción con que se cubre para ver lo que reside debajo, para comunicarse con lo que esa mujer es más allá de todas las mentiras. Y encontrar la belleza esencial que hay en ella, sin maquillajes ni cosméticos para el alma; la sonrisa cansada que habla de victorias y derrotas, la mirada limpia que no oculta ya nada; que sólo mira y sabe y reconoce y ama.
domingo, abril 09, 2006
Contraportadas, 2
Mauricio Montiel Figueiras: "La penumbra inconveniente".
«Hace algún tiempo, durante una de esas tardes en que la lluvia cuelga en la atmósfera como preludio de una noche plena de escalofríos, me topé en una estación del metro con el portafolios. Oscuro, casi triste, había sido abandonado en el andén, a unos pasos del túnel, bajo una copia fotostática desde la que sonreía con nostalgia una mujer perdida meses atrás en un pliegue de la urbe.» Así empieza este libro denso y mineral, en el que el principal protagonista es el lenguaje, y en el que los sutiles lazos de unión entre los relatos acaban por constituir una nueva realidad que permanece, bajo mil prismas diferentes, siempre idéntica a sí misma: distintos argumentos, distintos personajes y distintos escenarios que comparten una red en la que se hilvana un objeto—un portafolios, caja de Pandora de astillas narrativas—, una mujer—que reaparece una y otra vez con distintos rostros bajo un mismo nombre—, y un cuadro—el de Edward Hopper—que trasluce algo de esa soledad cruel e indefinidamente nuestra que transcurre en el subsuelo, en la ciudad.
Suena inmejorable, ¿verdad?... En cuanto tenga un hueco en mis lecturas, voy a por él.
«Hace algún tiempo, durante una de esas tardes en que la lluvia cuelga en la atmósfera como preludio de una noche plena de escalofríos, me topé en una estación del metro con el portafolios. Oscuro, casi triste, había sido abandonado en el andén, a unos pasos del túnel, bajo una copia fotostática desde la que sonreía con nostalgia una mujer perdida meses atrás en un pliegue de la urbe.» Así empieza este libro denso y mineral, en el que el principal protagonista es el lenguaje, y en el que los sutiles lazos de unión entre los relatos acaban por constituir una nueva realidad que permanece, bajo mil prismas diferentes, siempre idéntica a sí misma: distintos argumentos, distintos personajes y distintos escenarios que comparten una red en la que se hilvana un objeto—un portafolios, caja de Pandora de astillas narrativas—, una mujer—que reaparece una y otra vez con distintos rostros bajo un mismo nombre—, y un cuadro—el de Edward Hopper—que trasluce algo de esa soledad cruel e indefinidamente nuestra que transcurre en el subsuelo, en la ciudad.
Suena inmejorable, ¿verdad?... En cuanto tenga un hueco en mis lecturas, voy a por él.
sábado, abril 08, 2006
Preview relato: "Don de lenguas" (fragmento)
"Las palabras –como las serpientes- a menudo cambian de piel. Hay que aprender a domarlas de nuevo, a resistir sus picaduras -eléctricas como un calambre- cuando son utilizadas erróneamente, a destilar con ellas nuevos venenos con los que engañar y enlentecer el paso del tiempo, la muerte que se acerca vertiginosa. Todo por seguir hablando, por añadir una palabra más al frágil discurso que nos sostiene, que somos; por creer acaso que alguien -acaso uno mismo- lo entiende, lo entendió alguna vez, lo entenderá algún día".
(Fotografía de Mar Parejo)
(Fotografía de Mar Parejo)
miércoles, abril 05, 2006
Handkianas, 2 (estación de Chamartín)
Desde el momento en que vio al pájaro al borde de la carretera en la ciudad-monstruo (dando saltos a un lado y a otro, esquivando los coches-monstruo como en un juego inofensivo) supo con certeza que el ave acabaría siendo atropellada. Después escuchó un golpe, y no necesitó mirar atrás (lo hizo de todos modos). Luego el día se vació de belleza, y él se vio reducido a una versión peor de él mismo.
martes, abril 04, 2006
El Viejo (travestido en Jorgito Malabia), 2
"No quiero esto o aquello de la vida, lo quiero todo, pero de manera perfecta y definitiva. Estoy resuelto a negarme a lo que ustedes, los adultos, aceptan y hasta desean. Yo soy de otra raza. Yo no quiero volver a empezar, nunca, ni esto ni aquello. Una cosa y otra, por turno, porque el turno es forzoso. Pero una sola vez cada cosa y para siempre. Sin la cobardía de tener las espaldas cubiertas, sin la sórdida, escondida seguridad de que son posibles nuevos ensayos, de que los juicios pueden modificarse. Me llamo Jorge Malabia. No sucedió nada antes del día de mi nacimiento; y, si yo fuera mortal, nada podría suceder después de mí."
Tremebunda declaración de intenciones, en "Para una tumba sin nombre" (Juan Carlos Onetti)
Tremebunda declaración de intenciones, en "Para una tumba sin nombre" (Juan Carlos Onetti)
lunes, abril 03, 2006
Benedetti, "Hoy y la alegría" (fragmento)
"Usted fue la criatura mía, solamente mía, la que yo inventé a fin de que mi ideal no permaneciera eternamente abstracto, a fin de que tuviera rostro, decisiones, palabras, tal como las otras criaturas -las creadas por Dios y no por mí- que me rodeaban y no coincidían con mi réplica desamparada, con esa venganza sutil que, obedeciendo a una sencilla tradición, podemos tomarnos aún los solitarios, los siempre descontentos, los oscuros".
domingo, abril 02, 2006
Handkianas, 1
(Nota: en adelante, "handkianas" designará, no citas entresacadas de la obra de Peter Handke -que obtendrán su propio espacio- sino observaciones mías glosadas al inimitable estilo del austríaco. Por lo mismo, "perezestradianas" no se refiere a citas de Rafael Pérez Estrada, sino a breverías escritas por mí usando sus peculiares modos narrativos).
El guiño de la mujer significaba "lo has hecho bien, nos has entretenido", pero también "te reconocemos como a un igual", e incluso "hay otra vida esperándote; reclámala".
El guiño de la mujer significaba "lo has hecho bien, nos has entretenido", pero también "te reconocemos como a un igual", e incluso "hay otra vida esperándote; reclámala".
Miradas, 1
En medio de una tarde difícil, quedó al fin solo en casa y pudo asomarse a la ventana, donde le esperaba -como casi siempre- el mundo. En un balcón cercano vio un cuadro a medio pintar -una "puerta abierta"-, que representaba un paisaje rural (una plaza de pueblo, o una iglesia pequeña) apenas esbozado. Y el cuadro se le hizo refugio, y también salida, y atisbo: vida en cualquier caso. La representación, así, fue santificada; ¿era esa santificación, esa capacidad de salvar, lo que él perseguía en sus escritos?
Perezestradianas, 1
"Me hice escritor", explicó el literato socorrista, "porque la mayoría de las historias son o acaban siendo tristes; para salvarlas, para salvarme".
Contraportadas, 1
Fritz Leiber: Los que pecan.
"Cuando la Muchacha Asustada se acerca al burócrata Carr Mackay, no busca trabajo: escapa de algo. Ese algo anónimo y oscuro se aclara a medida que Carr corre con ella por las calles de Chicago, pierde la oportunidad de su vida, y gana la visión de la verdad. Nada ni nadie es lo que parece; todo entra en la Gran Máquina.
Entretanto Wilson, el líder; la Rubia Alta, y el Hombre Manco, un trío de villanos, espían y actúan sin que nadie los vea. Los acompaña la Sombra Negra, que desgarra y destruye".
A pesar de esto (y del título) el libro es estupendo, una aventura "pulpera" de ritmo frenético, personajes deliciosamente excéntricos y un fondo de sociología urbana nada desdeñable. Además, tiene unas escenas "porno-light" verdaderamente sonrojantes, imposición editorial de la época (junto con el título, que sustituyó al original "You're all alone", mucho más a tono con la atmósfera paranoica de la novela). En resumen, un antecedente fresco y desenfadado de las posteriores y más serias ficciones de Ciudades Oscuras.
"Cuando la Muchacha Asustada se acerca al burócrata Carr Mackay, no busca trabajo: escapa de algo. Ese algo anónimo y oscuro se aclara a medida que Carr corre con ella por las calles de Chicago, pierde la oportunidad de su vida, y gana la visión de la verdad. Nada ni nadie es lo que parece; todo entra en la Gran Máquina.
Entretanto Wilson, el líder; la Rubia Alta, y el Hombre Manco, un trío de villanos, espían y actúan sin que nadie los vea. Los acompaña la Sombra Negra, que desgarra y destruye".
A pesar de esto (y del título) el libro es estupendo, una aventura "pulpera" de ritmo frenético, personajes deliciosamente excéntricos y un fondo de sociología urbana nada desdeñable. Además, tiene unas escenas "porno-light" verdaderamente sonrojantes, imposición editorial de la época (junto con el título, que sustituyó al original "You're all alone", mucho más a tono con la atmósfera paranoica de la novela). En resumen, un antecedente fresco y desenfadado de las posteriores y más serias ficciones de Ciudades Oscuras.
sábado, abril 01, 2006
Divergencias, 1
Si la realidad fuera "customizada" sólo para uno, como en "El show de Truman"; ¿no sentiríamos, de saberlo, un cierto agradecimiento hacia nuestros captores, un reconocimiento a su esfuerzo de crear un mundo entero sólo para nosotros (para albergarnos, cómodos y seguros, protegidos de nosotros mismos y de la terrible tragedia de la libertad)?
Eduardo Galeano, "La canción de nosotros" (citas)
"Yo sé que alcanza con saber que hay alguien que cree en vos para salvarte, y que las cosas importantes se mueren cuando se las nombra, y que hay que desconfiar de las palabras, emputecidas por el uso".
"La lindísima muchacha que se desnuda es mi verdadera única patria. Yo, oso torpe: ella mi guarida".
"La que sospechaba de lo imposible, pero lo prefería".
"¿Eso? Es mentira, eso. Es historia oficial".
"¿Se puede amar todavía este dolor? ¿Abrazarlo, abrigarlo, hacerle un sitio?".
"El hombre acorralado puede irse pero se queda, atado a la ciudad por una deuda misteriosa que el viento conoce".
Sueños, 1
Durmió, y en su sueño aparecía la chica que le gustaba; juntos subían unas escaleras, “yendo a casa de alguien”. También había otros amigos, que les acompañaban, pero al llegar arriba desaparecieron discretamente con cualquier excusa. Él fue entonces consciente de lo angosto de las escaleras, de lo empinado de los escalones, de su propio vértigo; la miró perturbado, y ella sonrió, se sentó suavemente en un escalón, y le invitó sin palabras a hacer lo mismo. El mundo entonces dejó de girar, todo pareció “correcto”, y ella pronunció su primera palabra: “amor”.
Handke, sobre el lenguaje
"No puedo participar del lenguaje de otros (...), de modo que no me queda más remedio que aferrarme a mi propio lenguaje y seguir hablándolo, con la esperanza de que algunos adviertan que mi lenguaje es un lenguaje."
"Fuera de la infancia, es precisamente en lo más sucio, en el lenguaje, donde siempre vuelve a ser posible la pureza, incluida la purificación."
"Fuera de la infancia, es precisamente en lo más sucio, en el lenguaje, donde siempre vuelve a ser posible la pureza, incluida la purificación."
Un comienzo
Me he resistido mucho, pero allá va. Sin objetivos a priori, ni promesas de fidelidad, ni enrevesadas filosofías. Con la misma simple idea que los cuadernos "de papel" de los que toma nombre y cuerpo: albergar todo aquello que nazca de mirar las cosas con otros ojos, de contarlas con un lenguaje distinto, hecho de palabras redescubiertas. Atentar contra el principio de realidad (el más bello terrorismo posible), a base de glosar miradas alternativas. Devolverle a la realidad la presunción de inocencia, como quien encara una ciudad nueva y distinta, libre de inercias. Proteger lo "otro" que duerme en el fondo de cada uno de nosotros, la mayor parte del día, con la mayor parte de la gente, en la mayor parte de situaciones que afrontamos y de palabras gastadas que intercambiamos desganadamente.
(Como era de esperar: pocas líneas después ya hay un objetivo preclaro, un compromiso firme y hasta una filosofía laberíntica... ¿El poder de la escritura?).
En fin, perdonen el desorden.
P.D.: Llamadme Julio... ;-P
(Como era de esperar: pocas líneas después ya hay un objetivo preclaro, un compromiso firme y hasta una filosofía laberíntica... ¿El poder de la escritura?).
En fin, perdonen el desorden.
P.D.: Llamadme Julio... ;-P