Handkianas, 2 (estación de Chamartín)
Desde el momento en que vio al pájaro al borde de la carretera en la ciudad-monstruo (dando saltos a un lado y a otro, esquivando los coches-monstruo como en un juego inofensivo) supo con certeza que el ave acabaría siendo atropellada. Después escuchó un golpe, y no necesitó mirar atrás (lo hizo de todos modos). Luego el día se vació de belleza, y él se vio reducido a una versión peor de él mismo.
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