Miradas, 1
En medio de una tarde difícil, quedó al fin solo en casa y pudo asomarse a la ventana, donde le esperaba -como casi siempre- el mundo. En un balcón cercano vio un cuadro a medio pintar -una "puerta abierta"-, que representaba un paisaje rural (una plaza de pueblo, o una iglesia pequeña) apenas esbozado. Y el cuadro se le hizo refugio, y también salida, y atisbo: vida en cualquier caso. La representación, así, fue santificada; ¿era esa santificación, esa capacidad de salvar, lo que él perseguía en sus escritos?
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