Trainytale (V)

¿Qué está pasando?, me preguntaré mientras doy una patada a la puerta siguiente y, con la inefable sensación de ser una vez más la marioneta de otras intenciones, prosigo la caza donde la dejé. También ella, al otro extremo del vagón revelado, parece despertar en ese momento de su propia ensoñación y ponerse de nuevo en marcha, como si me hubiera estado esperando, o como si el tiempo se hubiera detenido para concederme ese cigarrillo que intuyo definitivo, la última voluntad de un condenado que empieza a ser consciente de su condición. Pero, ¿qué condena?, sigo preguntándome al abalanzarme dentro del vagón, ya sin disimulo, mientras ella lo abandona pausada como siempre; ¿qué está pasando?, repito mientras desfilo a los trancos entre figuras brumosas que ya no me devuelven la mirada, que ni siquiera tienen ojos para mirar, sólo lentos regueros negros que resbalan por sus rostros mientras las cosas a mi alrededor se desdibujan y pierden sustancia y la lluvia, voraz, sigue lamiendo el tren en los cristales…
Ahogando un grito salto al siguiente vagón. Está oscuro, pero sólo por un momento; la luz del techo parpadea mostrando y ocultando un pasillo que se pierde incalculable en las tinieblas, flanqueado a ambos lados por una serie de puertas que también parece tender al infinito… Me estremezco pensando en cuánto puede durar mi búsqueda, los abismos del tiempo y del espacio a los que me puede abocar; en ese momento una puerta cercana se abre con un insinuante ronronear de goznes, una invitación envenenada e irrechazable que levanta ecos en el silencio abovedado del vagón. Miro instintivamente a mi espalda, a la puerta de roble oscuro que ya no ofrece escapatoria, detrás de la que no me espera nada -literalmente-, y sé que no hay vuelta atrás, que he llegado donde debía, que los hilos que me prenden han cumplido a la perfección su trabajo y ahora pueden descansar mientras yo me encargo del mío…
Empuñando el arma, me interno en la oscuridad del compartimento, donde refulgen los tizones ardientes de dos ojos negros…
(Continuará...)
3 Comments:
Sigo diciendo que me gusta mucho más la historia en cursiva que en tipo normal.
Un abrazo.
PS ¿Has leído el homenaje de Leo a la Bohemia y a César en la Entrada Número Cien de Saint - Gervais?
Jod*r tio, muy bien, realmente denso y negro como la tinta, toda una deconstrucción de escena y personaje en movimiento.
Será imprescindible leerlo entero y en una sentada según modelo de "tiempo-cuento" de EA Poe.
¿Dudas acaso de la fascinación homoerótica de Watson por Holmes?
Gracias, gracias, esto acabará pronto, y entonces todos (vosotros y yo) podremos calibrar el alcance del relato. Temo encontrarme un batiburrillo nacido de mil escrituras dispersas a lo largo de demasiados meses... Pero igual esta escritura a ciegas, con apenas una brújula, acaba funcionando y el conjunto se parece a un relato.
Doc, no dudo de la fascinación homoerótica (disfrazada de pleitesía intelectual) de Watson por Holmes... De hecho es recíproca: mirando la escena detenidamente se les ve contener con dificultad la tensión sexual (esas manos casi tocándose, esas miradas que se esquivan para no enturbiarse la una a la otra...). Pero esa historia, mejor, la escribes tú.
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