Alter Vita

Porque la vida no es suficiente

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Lugar: Badajoz, Spain

miércoles, junio 28, 2006

"The blower's daughter" (Damien Rice)

And so it is
just like you said it would be
life goes easy on me
most of the time
and so it is
the shorter story
no love no glory
no hero in her skies
i can't take my eyes off of you
and so it is
just like you said it should be
we'll both forget the breeze
most of the time
and so it is
the colder water
the blower's daughter
the pupil in denial
i can't take my eyes off of you
did I say that I loathe you?
did I say that I want to leave it all behind?
i can't take my mind off of you
my mind
'til I find somebody new

(Del disco "O")

martes, junio 27, 2006

El arte de la huída, 2

Buscando la solución a su acertijo interior reparó en la palabra tren (algo en ella le daba una pieza del puzzle). Después, le ayudaron a afinar la palabra otro y la expresión más allá; la una apareció detrás de la otra de manera natural, siamesa, como si no pudieran escribirse -o pensarse- por separado. Supo entonces que había echado a andar, que estaba en un camino; oteando alrededor, familiarizándose con el nuevo paisaje, comenzó por preguntarse: ¿hacia dónde?...

Miradas, 4

...Ver a un hombre mayor (aún no un anciano) y evocar al instante, sin saber por qué, la palabra "desahuciado"; verlo frente al colorido cartel de un circo, pegado a una farola, mirándolo con incredulidad como si su realidad y la del cartel no pudieran coexistir, como si su declinar -su ocaso- negara la posibilidad de aquel mundo otro, ese mundo grotesco y ficticio, de ilusión y juventud eternas... Su gesto entonces será un resumen de la vida entera, un tratado de perplejidad ante el acto de envejecer, plegarse, pasar...

lunes, junio 26, 2006

El arte de la huída, 1

Existió un hombre que soñaba cada noche alcanzar las estrellas, como sueñan a veces los locos. Un día desapareció, y se dijo que unas luces extrañas habían bajado del cielo para llevárselo con ellas, en el camino de vuelta a su hogar...
La leyenda continúa: en su nuevo mundo, un oasis de paz y armonía bañado por dos lunas gemelas, se puede ver aún a este hombre todas las noches, solo, apartado de los fuegos y las risas y los brindis y los cantos, mirando al cielo… Llenando sus ojos, hoy y siempre, con el fulgor de las estrellas.

¿No es eso acaso la huída?

lunes, junio 05, 2006

What next?

...O, como diría Gabo: "¿Y ahora qué carajo sigue?". A veces, empezar un relato es cosa fácil, apenas un dejarse llevar por lo que yo llamo "la felicidad del texto", y "ver qué pasa después". Pero no mentiré: por lo general suelo saber muy bien dónde me dirijo aún antes de escribir la primera palabra. Por eso esta vez solicito vuestra ayuda: he empezado un relato (he abierto una herida), guiándome por una idea levísima, apenas una escena entreverada en la cotidianidad... Y no sé cómo continuar. Pinta una historia de amor, pero, más allá, ¿qué puedo contar? ¿Estoy comenzando un relato o perfilando sin saberlo una novela? ¿Crear personajes es suficiente para intuir la historia que se desarrollará entre ellos? ¿Qué os sugiere la voz del narrador? Anda, animaros, y escribimos la historia entre todos. Si las ideas me convencen, prometo colgar los siguientes capítulos.
(No sé en qué me estoy metiendo...)


INCÓGNITA
(un work in progress de Julio Abelenda and friends)

Fue en aquella temporada de tormentas, aquel verano que no terminaba de arrancar como si la duda hamletiana hubiera hecho mella en la meteorología, ensombreciéndola de nubes en las que se nos antojaba ver la forma de interrogantes. El cielo sobre el patio vecinal era apenas un rectángulo gris que acribillábamos a miradas ansiosas, ora arrugando la nariz como quien cata humedades por llegar, ora enarbolando al aire un dedo untado en saliva con ceñudos gestos de connoisseur. Como única respuesta, dos o tres gotas, lánguidas e inciertas, caían con un plop que no sabíamos si quería decir, en el esquivo lenguaje de la lluvia, sí o no (o todo lo contrario). Así que, encogidos de hombros, nos apresurábamos a colgar la ropa recién sacada de la lavadora en el intrincado laberinto de tendederos que, cordones umbilicales de la relación vecinal, unían –o separaban- nuestras pequeñas garitas. Lo que venía después, la plácida siesta interrumpida por un rumor de tambores lejanos, los truenos como alarmas antiaéreas movilizando a la vecindad para salvar lo posible del bombardeo, las terrazas vomitando vecinas a las que el frenesí les hacía crecer un tercer y aun un cuarto brazo, era el pan nuestro de cada día, la rutina de aquellas jornadas gloriosas y caóticas en las que se alternaban los paraguas con la manga corta, y las conversaciones casuales sobre el tiempo eran, por una vez, algo más que una excusa para aliñar los viajes en ascensor.
Así fue cómo la conocí.

(Continuará...)

"Cartas de un asesino insignificante" (José Carlos Somoza)

"Mi estado de ánimo y mi conocimiento del mundo proceden casi por completo de la palabra impresa; según qué libro esté leyendo en un momento dado, así será mi respuesta a los misterios de la vida".

"...escucho la estropeada gramola del mar..."

"Nada es trágico en la soledad: todo lo que hacemos cuando estamos solos nos hace reír en el fondo".

"En Roquedal nadie debe morir, pensaba. Todo lo que suceda aquí, todo el ruido y la furia, ha de ser ficticio. He venido a Roquedal para iniciar una crónica fantástica de mi vida. Aquí sólo debe ocurrir aquello que se escribe".

"El mar, que es una vacilación constante, te contagia".


Y apenas llevo 46 páginas...