Trainytale (V)

¿Qué está pasando?, me preguntaré mientras doy una patada a la puerta siguiente y, con la inefable sensación de ser una vez más la marioneta de otras intenciones, prosigo la caza donde la dejé. También ella, al otro extremo del vagón revelado, parece despertar en ese momento de su propia ensoñación y ponerse de nuevo en marcha, como si me hubiera estado esperando, o como si el tiempo se hubiera detenido para concederme ese cigarrillo que intuyo definitivo, la última voluntad de un condenado que empieza a ser consciente de su condición. Pero, ¿qué condena?, sigo preguntándome al abalanzarme dentro del vagón, ya sin disimulo, mientras ella lo abandona pausada como siempre; ¿qué está pasando?, repito mientras desfilo a los trancos entre figuras brumosas que ya no me devuelven la mirada, que ni siquiera tienen ojos para mirar, sólo lentos regueros negros que resbalan por sus rostros mientras las cosas a mi alrededor se desdibujan y pierden sustancia y la lluvia, voraz, sigue lamiendo el tren en los cristales…
Ahogando un grito salto al siguiente vagón. Está oscuro, pero sólo por un momento; la luz del techo parpadea mostrando y ocultando un pasillo que se pierde incalculable en las tinieblas, flanqueado a ambos lados por una serie de puertas que también parece tender al infinito… Me estremezco pensando en cuánto puede durar mi búsqueda, los abismos del tiempo y del espacio a los que me puede abocar; en ese momento una puerta cercana se abre con un insinuante ronronear de goznes, una invitación envenenada e irrechazable que levanta ecos en el silencio abovedado del vagón. Miro instintivamente a mi espalda, a la puerta de roble oscuro que ya no ofrece escapatoria, detrás de la que no me espera nada -literalmente-, y sé que no hay vuelta atrás, que he llegado donde debía, que los hilos que me prenden han cumplido a la perfección su trabajo y ahora pueden descansar mientras yo me encargo del mío…
Empuñando el arma, me interno en la oscuridad del compartimento, donde refulgen los tizones ardientes de dos ojos negros…
(Continuará...)