Alter Vita

Porque la vida no es suficiente

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Lugar: Badajoz, Spain

jueves, mayo 18, 2006

"La costumbre del domingo" (final)

Ducha y media después ya recuerda cómo se llama, y es capaz de reconocer el rostro somnoliento que le devuelve el espejo mientras se repasa el rimel, con una tostada atrapada entre los dientes. Aún más, tiene abierta en su pizarra mental la agenda con las citas que la esperan ese día, que repasa meticulosa entre pincelada y mordisco, destapando un bolígrafo imaginario para apuntar un asunto que acaba de venirle al recuerdo. Aprovecha la situación para subrayar en rojo un par de reuniones de trabajo a mitad de semana, rodear con un círculo algún que otro teléfono recaudado anoche, y tachar dos o tres encuentros con amigas que naufragan en el aburrimiento, cuyo hastío ya no tendrá tiempo de compartir. Un suspiro se le escapa entonces del alma y le arranca de la boca la tostada, que cae al suelo estampándose, proverbialmente, por el lado untado de mermelada diet. Mira la huella pringosa con fastidio, y en el movimiento la raya del ojo le sale torcida; cuando vuelve a buscar su imagen sulfurada en el espejo repara en el reloj de pared, que anida a su espalda en el reino invertido que se agazapa tras el cristal, donde los segundos escapan presurosos en dirección contraria como si fuera posible recuperar el tiempo perdido… Un zapato lanzado con puntería diluye la ilusión, y el tiempo vuelve a fluir como suele; ella entonces se da certera los últimos retoques, arregla el desaguisado de la tostada, el del ojo y aun el del alma, y sale como una exhalación por la puerta del apartamento…

La misma puerta la verá ir y venir, salir y volver, frenética y radiante y desconcertada y entera; una puerta batiente seis días a la semana, que sólo llegado el domingo descansará de nuevo, dejará de girar locamente de un lado a otro para ser testigo mudo de una escena tantas veces repetida. La misma escena, puntualmente representada, en la que una mujer entra exhausta a sus dominios, lanza sus pertenencias a cualquier parte, se tiende con sus últimas fuerzas en un sofá, y, poco después, se ve arrasada por un llanto inconsolable que no parece obedecer a razón alguna…